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sobre los lentigos solares
Los lentigos solares, seniles o actínicos, consisten en pequeñas máculas (manchas) marrones, bien definidas, situadas en áreas expuestas crónicamente al sol, especialmente en la cara, el dorso de las manos, la zona alta de la espalda y el escote. Por este motivo también son denominados popularmente “manchas solares” o “manchas de la vejez”.
Aparecen por la acumulación de radiación ultravioleta a lo largo de la vida, e histológicamente se manifiestan como un aumento de la pigmentación de la capa basal de la epidermis, el estrato más superficial de la piel. Puede haber un aumento del número de melanocitos (las células que dan el color a la piel), pero no forman nidos como sí ocurre en los lunares -nevus melanocíticos-. Son lesiones completamente benignas, aunque traducen que esa piel ha sufrido una exposición elevada a la radiación ultravioleta, por lo que su presencia indica un mayor riesgo de sufrir cáncer de piel.
¿Qué aspecto tienen los lentigos solares?
Aparecen como manchas marrones muy bien delimitadas, redondas o estrelladas, con piel perfectamente sana alrededor, y de un tamaño muy variable: desde los 1-2mm hasta varios centímetros. Suelen crecer muy lentamente a lo largo de los años, si bien algunas lesiones aparecen de forma súbita, y otras pueden coalescer y formar manchas de mayor tamaño.
En la Clínica de la Piel manejamos esquemas de tratamiento propios sumamente exitosos que tienden a la curación de este problema con la ayuda de la tecnología láser.
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